domingo, 4 de junio de 2017

TRASHUMANCIA POR EL MAESTRAZGO

El ganado de los hermanos Martorell, Juan y María Pilar, ha recorrido el Maestrazgo durante las últimas semanas

Por Isabel Esteban | May 28, 2017 | COMARCAS, Maestrazgo 
La primavera se ha instalado para quedarse y con ella llega el momento de que se ponga en marcha una tradición de siglos: la trashumancia. Se trata de un tipo de pastoreo que está en constante movimiento, adaptándose en el espacio a zonas de productividad cambiante

Durante los últimos días, el Maestrazgo está siendo testigo del movimiento de rebaños de cientos de vacas y ovejas procedentes de las provincias de Castellón y Tarragona, entre otras, que recorren cientos de kilómetros hasta llegar a los pastos de municipios como Cantavieja, Fortanete o la Iglesuela.

Detrás de cada rebaño se esconde una historia de un pastor que lucha por mantener viva la trashumancia. Personas como Juan Martorell, un ganadero de Fortanete que, junto a su hermana Mª Pilar, reivindican su trabajo desde hace décadas. Su rebaño, de 120 cabezas de vacuno, emprendió un viaje de nueve días que salía desde Chert (Castellón) para iniciar una ruta de unos 80 kilómetros hasta llegar a Fortanete el pasado domingo, localidad en la que el rebaño podía pastar viviendo su «segunda primavera» ya que durante el invierno aprovecharon el verde de las tierras bajas y con la llegada del calor vuelven a sus lugares de origen.

Los hermanos Martorell son la sexta generación de una familia de trashumantes. «Se trata de un trabajo que tiene un componente mágico, se lleva en la sangre», comentó Juan Martorell. Una labor que está cayendo en desuso debido al alto esfuerzo que requiere. Es usual que algunos pastores trasladen a sus rebaños en camiones para ahorrarse el largo trayecto ya que, como explica Juan, nueve días de desplazamiento supondría tres horas en un vehículo. «El transporte en camión conlleva un gran estrés animal. Además con la trashumancia se contribuye a limpiar las vías pecuarias que están en peligro de desuso», apunta al respecto.

Los «nómadas» no están solos durante su aventura. En ocasiones, hay personas que deciden acompañarles para vivir esta «experiencia» en primera persona. Tampoco pasan desapercibidos en los pueblos que atraviesan ya que los rebaños cautivan las miradas de los vecinos que aprovechan para sacar sus móviles y cámaras para retratar una escena poco habitual.

En definitiva, una actividad con muchos beneficios para la naturaleza como el aumento de la fertilidad al incorporar estiércol y otros restos vegetales a su paso o la mejora directa en la biodiversidad. Un ejemplo de sostenibilidad que se ha convertido en «una forma de vida» para Juan Martorell.



Pie de foto: por Isabel Esteban | May 28, 2017 | COMARCAS, Maestrazgo 

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